Mientras
estamos a la espera de los resultados definitivos de las primarias, el
escenario se dispone para las elecciones generales. Tal como se supone, los números cantarán que los festejos del
domingo 13 fueron demasiado exagerados. Una elección de medio término no es
una copa mundial y no arroja ganadores
absolutos. Que Cristina haya superado a Bullrich en la provincia de Buenos
Aires no inspirará multitudes en las calles arrojando papelitos. Apenas la
satisfacción de vencer los vientos en
contra que sopla el establishment desde hace mucho tiempo. Si la
estigmatización mediática, la persecución judicial y los recursos publicitarios
de los amarillos no pudieron opacar el liderazgo de CFK, todavía quedan esperanzas para recuperar el camino hacia un país más
justo. Que hayan tenido que apelar a las más obscenas trampas para que los
diarios del lunes dibujen una realidad paralela, sugiere que el temible poder que ostentan los Gerentes
no es tan poderoso como parece.
Quizá sea eso
lo que provoque semejante desenfreno. La suspensión del juez
Eduardo Freiler y la elevación de su causa a juicio político quedará como una muestra más de la prepotencia patronal
que nos des-gobierna. Que la Corte Suprema haya participado como cómplice
necesario de tan brutal atropello
institucional no es el mejor camino para combatir la impunidad. El fin no
justifica los medios, aunque la ilustre
pluma de Joaquín Morales Solá concluya que el macrismo se está contagiando de kirchnerismo. No sólo por los
turbios procedimientos a los que apelan para domesticar a jueces, fiscales y abogados sino también por las picardías en la carga de datos en
el escrutinio provisorio.
La idea que
quieren instalar es que el Cambio puede
cometer ciertas atrocidades porque el kirchnerismo también las cometió, al
menos en el imaginario que construyeron a fuerza de pecaminosos titulares y
análisis inverosímiles. Los que venían a
corregir fabulados atropellos son los que atropellan todo con las mejores caras
que logran ensayar. Total, para maquillar las tropelías hay apologistas
mediáticos capaces de afirmar sin sudar que psicoanalistas K manipulan el pensar de psicoanalizados M. O que
Santiago Maldonado estuvo en cualquier parte menos en el lugar donde los gendarmes lo desaparecieron. Como el
espíritu de los escribas está en extremo corrompido de tanto servir a los perversos amos, un columnista de Clarín puede
hablar del “artesano que se hizo humo” sin
remordimientos.
Y la gestión
PRO, lejos de apartar a la fuerza de in-seguridad que defiende el millón de hectáreas de Benetton de los mapuches, acerca
a los infantes las armas que usa Gendarmería y hasta regala camioncitos Unimog de juguete por el día del niño porque los
medios que la apuntalan no esbozan ni una línea adversa. Y si la ministra
Patricia Bullrich revela el nombre y la
dirección de un testigo protegido, tratan de disfrazar el algo habrán hecho que no pueden
contener. Una vez más, vale recordar que no
hay democracia posible con una parafernalia mediática dispuesta a malograr la
coherencia colectiva.
Los límites de la estafa
Alguna vez, los embelesados por los festivos
bailes, los brillantes globos y los anodinos timbreos tendrán que advertir el horrendo rostro que se disimula con tanto
maquillaje. Tarde o temprano, las floridas excusas que recitan los Ceos revelarán su infamia a los hechizados.
En una fecha impredecible, tanta burla
ofenderá el sentir del buen vecino y la realidad que no está en tapa ya no
se podrá tapar. La paciencia tiene un límite cuando las promesas no se cumplen y el arribo de la bonanza se posterga cada
vez más. El tiempo que dure esta distracción voluntaria está en manos de los que se resisten a admitir que han
sido víctimas de una estafa. Y lo seguirán siendo hasta que la conciencia
abra sus ojos o la crisis prefabricada inunde
su vida de pestilencias que hagan voltear la nariz hacia aires más saludables.
Por ahora,
muchos de los votantes del Cambio se abrazan a un entramado de falacias que brinda cierto confort. Ya no perciben
el clima beligerante ni la crispación que provocaba el kirchnerismo. Los dueños
han tomado las riendas y, mientras quedan a la espera de un vivificante
derrame, se acurrucan a sus pies de
aquel lado de la grieta. Y mientras esperan, memorizan los justificativos del saqueo que pronto padecerán en formato
autoayuda. Hasta llegan a celebrar los padecimientos ajenos como el camino necesario para llegar al país normal.
Por eso los PRO
hacen lo que hacen y dicen lo que dicen: la
distracción funciona mientras llenan sus arcas, ocultan el botín y eliminan
todos los obstáculos; los prejuicios alentados sirven de plataforma para un
ideario destructivo; la meritocracia y el emprendedurismo
aparecen como un faro para individuos
que desconfían de lo colectivo; la
culpa echada sobre la víctima exime a los victimarios. Y si algo se les va
de las manos tienen un catálogo de frases de póster que encajan con vaselina en
cualquier circunstancia. Si la CGT organiza una marcha contra el ajuste, el
empresidente Macri sentencia que es una “pérdida de tiempo” y que las cosas se
resuelven con diálogo. Y aunque todos sabemos que en boca de los poderosos el diálogo es un vómito de órdenes,
algunos se dejan convencer con esa predisposición fingida. Tanto que los
sindicalistas postergan la decisión de otra medida de fuerza hasta dentro de un
mes, cuando la proximidad de las
elecciones la vuelva inconveniente.
¿Cuántas
chances más hay que darle a esta pandilla de destructores? ¿Qué de bueno se
puede esperar de Ellos, si no han hecho
más que producir daño? Si los escandalosos conflictos de intereses, la
malaria creciente, la decadencia acelerada, el cinismo insultante, la
inoperancia manifiesta, la arbitrariedad vandálica no son evidencias del abismo
que nos espera, ¿qué lo puede ser? Si la aplicación de las recetas no trajo
más que retroceso de la producción, desempleo y aumento de la desigualdad de
manera acelerada, ¿qué milagro se puede
producir? Si desde el principio han apelado a la represión para ajustar
nuestra dignidad, ¿por qué aceptar sus
iniciativas? Si se convierten en encubridores de una desaparición, ¿por qué confiar en que respetarán nuestras
vidas? Si porque dicen que ganaron despliegan su autoritarismo, ¿por qué
algunos siguen poniendo buena cara?
Nunca se ha
visto tanta desfachatez con banda
presidencial; jamás la derecha más
bestial había encantado la voluntad popular; ni una vez en la historia se produjo tanto engaño electoral. Algo
tan insólito amerita una resolución insólita y eso sólo está en manos de los
damnificados cuando reconozcan que los
prejuicios, la indiferencia y el odio no pueden conducir a nada bueno;
cuando descubran que los más ricos no se vuelven generosos; que alguna vez en
la vida hay que abandonar la pantalla y
tomar las riendas de la propia conciencia.
Está muy bien su análisis pero omite aceptar una de las más certeras prevenciones en el virreinato, que es descubrir a esos psicólogos K como consecuencia indeseada y espantosa de la continua y alevosa perversión M.... la verdad, acá hasta yo tengo que admitir mi error, hace poquito me enteré que hasta 2019 están pendientes 10 (DIEZ!!!!!) aumentos de la tarifa de gas (dolarizadas, sobre un dólar que vaya uno a saber qué dios decidirá cuanto va a valer en cada uno de esos aumentos.... pendientes).
ResponderBorrarSi me decían que un votante de esta amarillez, necesitaba un diván, un psicólogo o un loquero... me hubiera parecido una exageración muy poco seria, el coso sería idiota o estafado y chau..... pero no, es gente con evidentes filtraciones en la azotea, hay o debe haber un goce perversito en éso de balearse las patas (o el bolsillo, órgano más sensible); los tucumanos tenemos experiencia con votantes así, ese simpático mix de colifa perverso y masoquista, los que privilegian las malas razones y las peores actitudes para preferir con su voto a un viejo conocido y por criminal de ocupación.... son de diván, claro - y ahora, igual, pero del verde oliva al amarillo y tonada bonaerense.
Póngale la letra que prefiera, pero que necesitan un loquero, lo necesitan.... antes de octubre, preferiblemente.
gracias Gustavo, nos gobierna la derecha marquetinera, si encontras la foto del ministro de ambiente escondido entre las hiedras de plástico tene cuidado que te puede agarrar un ACV, yo aun me estoy recuperando-besos y comparto
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