lunes, 7 de julio de 2014

De sueños y pesadillas



Sin dudas, en el mes del mundial, el fútbol atraviesa nuestras vidas más que nunca y la Selección Nacional ha convertido un sueño en realidad. Más allá de lo que pase en la semana que comienza, nuestro equipo está entre los cuatro mejores del mundo y eso ya es muchísimo. Desde 1990 que no llegábamos tan lejos y eso indica que también en esto nos estamos recuperando. Si en Sudáfrica quedamos en quinto lugar, ahora tenemos el cuarto puesto asegurado. Pero este espacio no se dedica a hablar de fútbol porque su autor es un neófito y tampoco desea aprovechar el clima futbolero para conseguir más lectores. Sin embargo, los muchachos de la albiceleste parecen responder al desafío de alimentar nuestra autoestima en estos días en que los buitres amenazan el futuro. Tanta alegría convierte el solemne inicio del Himno en un canto de guerra coreado por millones, tanto en las tribunas como en las calles, bares y el living de casa. Un himno que parece no tener letra para los observadores externos. Pero, en este caso, no la necesita: esas gargantas parecen gritar una advertencia a los que quieren volver a saquearnos. Contra lo que muchos decían, el mundial no es una cortina de humo sino un cóctel con las mejores vitaminas para seguir construyendo el país. Ese sueño también lo estamos convirtiendo en realidad.
Pero dejemos de lado el fútbol, aunque no tanto. La prensa agorera estuvo atenta en estos días a cualquier fracaso del equipo dirigido por el demonizado Sabella. No se dio: perdieron la oportunidad de titular “la derrota de la Selección complica más a Boudou”. Por ahora, nada puede salvar al Vice de la condena mediática y el tríptico lapidario orquestado por los periodistas carroñeros, políticos opositores y el juez Lijo parece difícil de contrarrestar. Más aún cuando la embajada norteamericana les da cobijo. Si esto no convence a quienes dudan de una confabulación destituyente, estamos más que fritos.
En lo cotidiano, podemos encontrar voces destempladas que destilan pestes contra Boudou, pero cuando uno indaga sobre los puntos centrales de la no-causa, la ignorancia reina. O cuanto mucho, un indignado silencio. Aunque no sepan de qué se trata, Amado merece el destierro en algún peñasco perdido del Atlántico Sur. Sin embargo, las acusaciones son contradictorias. En principio, parece que Boudou recibió una coima para salvar a Ciccone Calcográfica de la quiebra. Un cohecho que consistía en el 70 por ciento de la empresa. Pero el salvataje no se concretó por los oficios del entonces ministro de Economía, sino por la aparición de una empresa creada de apuro en Uruguay. Y afirman que fue Boudou quien puso la plata, a través de un amigo de la infancia a quien no conoce, Alejandro Vanderbroele. Aunque el banquero Raúl Moneta afirma que aportó el monto para salvar la empresa, el juez Lijo no tuvo en cuenta este pequeño detalle porque no servía para alimentar titulares. Y más aún: fue el propio Moneta quien reclamó la indemnización por la expropiación de la firma. Esto es lo que la Cámara Federal considera la ruta del dinero, algo que el “héroe de la oposición” no tuvo en cuenta. Esto convierte en improbable la continuidad de este proceso judicial.
Guardianes en la niebla
Como el establishment no se conforma con un solo héroe, el casting tiene muchos postulantes, que, prestos, elaboraron apresurados proyectos de juicio político. Proyectos que rebotaron en la comisión respectiva y ya no pueden discutirse en la Cámara de Diputados. Y eso, para el Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich significa el buen funcionamiento del sistema republicano de gobierno. Claro, para los opositores, la República funciona cuando se hace lo que ellos quieren, aunque sean minoría. O mejor, la República marchará mejor cuando el kirchnerismo no exista, porque es su peor pesadilla.
Sin dudas, los K han puesto todo patas arriba, a tal punto que provocaron una rebelión mundial contra el Imperio. De esto, ya no quedan dudas. Si la Corte Suprema de Justicia yanqui no tomó el caso argentino, fue porque la administración Obama miró para otro lado. Así funcionan las democracias en serio, aunque un juez patricio interprete las leyes a su antojo y se exceda en sus atribuciones; aunque un grupo de matones platudos se quieran llevar puesto un país. Las democracias en serio funcionan cuando gobiernan las minorías en detrimento de la mayoría. Entonces, en lugar de agachar la cabeza y entregar nuestras riquezas, CFK y su equipo se dispusieron a defender la soberanía y la dignidad nacional. Y vamos a salir triunfantes de este trance, no sólo porque somos mayoría sino porque tenemos la razón. Esto también forma parte de la pesadilla kirchnerista, que siempre se salen con la suya. Y lo peor de todo es que, a la larga o la corta, el relato K se aparta menos de la verdad que la fantasiosa patraña que sostienen los demás.
Después de años de anunciar el fin de ciclo comenzaron en 2004 con esa cantinela- ya no están tan seguros de que alguno de los suyos conquiste la presidencia el próximo año. Aunque Scioli se esfuerce en perfeccionar su tibieza, siempre se ha manifestado consustanciado con el proyecto en curso. A su manera, es kirchnerista o por lo menos, afirma serlo. Lo que molesta de su discurso es la permanente arenga a favor del diálogo, el consenso, el abandono del conflicto. Ya se ha dicho muchas veces, pero vale la pena reiterarlo: el diálogo y el consenso se dan entre iguales y el conflicto es ineludible para modificar el escenario. Con los poderosos, el diálogo es la prepotencia de la orden, el consenso es la obediencia y cuando no hay conflicto, el sometimiento será la constante.
Porque, entre muchas cosas, hemos comprendido algo muy importante: la construcción de un país inclusivo y pujante depende de la contención del Estado a la angurria del establishment. Por lo tanto, los candidatos pueden catalogarse de acuerdo a su relación con las corporaciones. Macri forma parte del Círculo Rojo y actuará en su beneficio. Massa es un mayordomo del Poder Económico y se esforzará en servir el festín. Scioli no se atreve a enfrentarse, pero mira con recelo. Binner y Cobos prometen ser los felpudos del Poder Fáctico y someterán al país con sus complacientes y republicanos buenos modales. Estas serán las cosas que deberemos tener en cuenta para elegir al próximo presidente.
Pero no nos apresuremos, todavía está Cristina y falta más de un año para el cambio de mandatario. Mucho tiempo para vaticinios. Poco tiempo para cambios sustanciales que convenzan a los vacilantes. Tiempo suficiente para hacer un inventario y plantear nuevos desafíos. Y muy generoso para cerrar capítulos. Si el programa Precios Cuidados logra frenar la inflación y alejar la pesadilla de las góndolas, será una victoria sobre la especulación de muchos empresarios. Si la pelea con los buitres llega a buen puerto –que acepten el canje, como la mayoría- será un triunfo enorme de la política sobre la despiadada timba financiera. Si los programas inclusivos avanzan para desterrar la desigualdad, la conciencia colectiva se alimentará de solidaridad. Si la no-causa Boudou se ahoga en su inconsistencia, los carroñeros mediáticos y políticos se quedarán sin sus quejosas campañas.
Finalmente, si todo sigue como hasta ahora, superando los obstáculos que los conspiradores colocan en el camino, nuestro querido país tiene un futuro de grandeza, como merecemos. Y si la Selección conquista la Copa, no garantizará la continuidad del kirchnerismo, pero nos brindará una alegría monumental por unos días. Y si no, también, porque lo importante no es ser los mejores, sino seguir en carrera.

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