miércoles, 6 de noviembre de 2013

Un acatamiento con forma de amenaza

      La adecuación a regañadientes del Grupo parece descolocar a los obsecuentes habituales. Claro, con tantos cambios en los planes, no saben para dónde ladrar. Menos mal que los creativos de Clarín elaboraron un documento que inspirará los editoriales de los próximos días. Casi una declaración de principios, que anticipa su final. Al menos como monstruoso monopolio. En breve serán muchos, pero más chiquitos. Eso sí, igual de mal intencionados y mentirosos. Porque, contra todo lo que se ha dicho durante estos cuatro años, la LSCA no se mete con los contenidos. Todo lo que aún se sigue vociferando, no tiene sentido. Lo más absurdo es lo del monopolio estatal, que se confunde con la orientación ideológica de los posibles licenciatarios. ¿O acaso un kirchnerista no puede adquirir un medio de comunicación? En esto está la clave: lo que ellos presentan como libertad de expresión es el silencio de las voces que se oponen a ese sentido común embrutecedor que han construido a lo largo de su historia. La libertad de expresión sólo estaría garantizada si son ellos los únicos habilitados para hablar.
En pos de eso, periodistas y políticos opositores consustanciados con esa extraña manera de concebir los derechos, recorren todos los territorios posibles para militar la sinrazón. En la CIDH de la OEA, Magdalena y Joaquín posaron para el ridículo. Algo parecido pasó con los cancerberos del PRO, que presentaron un escrito que fue calificado como “inadmisible, impresentable” por los miembros de la Corte Suprema. Con apenas unos reglones desbarataron un titular. Los amarillos se jugaron por la corporación mediática apelando a un absurdo jurídico que, según fuentes de esa fuerza no-política, fue aconsejado por el propio Lorenzetti. “Tienen todo por hacer”, dicen que les dijo el Presidente Supremo. Si los PRO toman al pie de la letra un enunciado tan amplio, tendremos que prepararnos para las acciones más disparatadas. O peligrosas.
Paradoja: los macristas afirman sin pudor que tienen contacto y reciben consejos del magistrado y nadie se alborota. La mentira del semanario Perfil se transformó en escandaloso titular en los medios carroñeros porque si Lorenzetti habla con Zanini o cualquier funcionario del gobierno vulnera la independencia de los poderes. Ahora, si los dirigentes del PRO –muchos de ellos diputados- reciben recomendaciones del juez, no pasa nada. ¿No es muy obsceno? ¿O lo que quieren es dibujar la necesidad de un juicio político a algunos Supremos?
Pero siempre flota una palabra que nadie se atreve a definir.  La independencia para algunos parece ser una garantía de excelencia. Para esta concepción mediocre de las cosas, quien sea independiente tiene el sendero libre hacia la divinidad. Por supuesto, la independencia en la que piensan está teñida por unas cuantas dosis de cinismo. Para ellos -periodistas y dirigentes alineados con el Grupo- la independencia es sinónimo de pertenencia. Para ser independientes, hay que pensar como ellos. La opción sarmientina civilización o barbarie se transforma, gracias a la magia de los manipuladores en independientes o K.  
Documentos inoportunos
Junto con los planes de adecuación -que esperan la revisión del AFSCA- los directivos del Grupo presentaron un escrito. En el texto, por una inexistente diferencia con los plazos, los hipócritas se exhibieron como víctimas de la discriminación. El absurdo que plantean: aunque merezcan más tiempo, se someten a la arbitrariedad K. Ellos, que frenaron tanto tiempo una ley pensada durante 30 años de democracia y votada por amplia mayoría en el Congreso, quieren mostrarse como inocentes vestales violadas por una pandilla de sátiros. Pero, a pesar de que sus libertades y derechos sean mancillados por los pendencieros y autoritarios K, bajan su mirada, agachan la cabeza y obedecen como un tierno cachorrito ante la furia de su amo. Quien crea esta patraña no se enoje si lo consideramos un imbécil o un cómplice de la peor especie.
Pero lo más grave de la carta, en la que denuncia que el AFSCA “inició un procedimiento de oficio al margen de la ley” para “apoderarse de sus activos, en una lisa y llana confiscación”, es que utiliza algunos términos que pueden considerarse como un insulto a las instituciones. Además de tildar como ilegal el ingreso de Martín Sabbatella a las oficinas del Monopolio para “quitar compulsivamente” sus medios audiovisuales, lo calificó como de facto. Ya habían jugado antes con el término desparecer, de doloroso significado para nuestra memoria. Lo siguen haciendo, sólo para provocar más dolor. Pero, para reforzar la idea del gobierno autoritario e ilegítimo, lo condenan a ser, además, de facto.
Justo esta semana vienen a utilizar esta expresión. Como en una grotesca tragicomedia, el Grupo accedió a cumplir con la ley –eso sí, en disconformidad- el mismo día que Agustín Rossi decidió dar a conocer el azaroso hallazgo de los archivos de la dictadura. Un paréntesis: además de crueles, despiadados, asesinos, morbosos, criminales y ladrones, los militares golpistas eran un poco bobos. ¿Cómo van a dejar intactos durante treinta años tantos documentos en los que relataban sus atrocidades? Porque no es una carpetita que se puede traspapelar entre otras. No. Lo que encontraron esos operarios en un subsuelo del edificio Cóndor son unos 1500 biblioratos con las actas originales de los encuentros de los miembros de la Junta Militar, fundamentos ideológicos de ese accionar perverso y muchos registros de los pedidos de familiares de desaparecidos, entre otros elementos más.
Seis meses demandará ordenar todo esto. Pero vale la pena esperar, si el premio es verificar muchas de las cosas que se sospechan sobre el fuerte lazo que unió a civiles y militares para llevar a cabo ese siniestro plan fundacional. Muchos estarán temblando en serio, no porque un gobierno autoritario de mentira los persiga, sino por la verdad que surja de esos viejos papeles. Los que tenían más motivos para temblar eran los artistas, periodistas y pensadores que figuraban en las listas negras de la dictadura, bajo la clasificación F4, el mayor de los niveles de peligrosidad. “Cuando me enteré de las listas reviví todos esos años, que fueron angustiantes y difíciles”, cuenta Víctor Heredia. Difícil imaginar el horror que debe despertar la lectura de esos 300 nombres escritos por una tenebrosa garra para fines destructivos. 
Por más que digan lo que digan, nada de eso pasa en estos días. Este hallazgo sirve para mostrar lo que es una verdadera dictadura y despabilar a los alienados que afirman que estos tiempos se parecen bastante. La directora de Asuntos Jurídicos del ministerio de Defensa, Graciana Peñafort, consideró que  “estamos tratando con documentación original que en los juicios en los que se discute la política económica de la dictadura, por ejemplo, servirán para dar cuenta de un plan económico y sistemático hecho en violación a la Constitución y a los derechos humanos de quienes eran accionistas de las sociedades”. Y acá entra la adquisición de la empresa Papel Prensa por parte de los dueños de Clarín, La Nación y La Razón, con delitos de Lesa Humanidad y precio vil. Quizá por eso, en el texto que acompaña su plan de adecuación, declaran que “no implica, ni remotamente, la resignación de nuestros principios ni la claudicación de nuestros derechos, que serán defendidos hasta las últimas instancias”. Claro, como se la ven venir, amenazan. Y hay muchos candidatos dispuestos a convertirse en instrumento de su revancha por unas cuantas caricias en el lomo.

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