miércoles, 1 de mayo de 2013

Reinas europeas y monarcas vernáculos



El último día de abril, el país se vistió de reina. El país mediático, se entiende, porque en el real, ni fu ni fa. Algunos diarios dedicaron varias páginas a la asunción de Máxima, como si poner un monarca en un trono europeo fuera resultado del esfuerzo de todos y no una escalera personal con un toque de cuento de hadas. Inevitable rememorar el casamiento de Lady Di, en los oscuros tiempos de la TV abierta y los primeros pasos del color. Claro, no estábamos acostumbrados a tener transmisión desde tan temprano. El sólo hecho de ver una imagen en la madrugada en lugar de la pantalla llena de nada ya resultaba atractivo. La coronación holandesa pobló la radio y la TV de experticia protocolar y demás naderías intrascendentes. Una foto circuló por las redes sociales: turistas argentinos con fondo de Amsterdam y bandera celeste y blanca con la leyenda “no a la re re re elección”. Paradojas de la vida, celebran la asunción de un monarca pero reniegan de la voluntad popular. Algunos son así, tan enfermos de individualismo que pierden toda coherencia.
Quienes no pierden la coherencia son los funcionarios y legisladores del PRO, que siguen justificando la violencia desatada el viernes en el neuro-psiquiátrico Borda. La ausencia de autocrítica por parte de los amarillos no debe sorprender a nadie. Por un lado, la arremetida al hospital con los efectivos de infantería dispuestos a todo no ha sido un error, sino una decisión. Por el otro, Macri y sus acólitos sienten fascinación por el papel de víctimas. Hasta puede pensarse que el empecinamiento por reivindicar las acciones criminales del viernes tiene como objetivo tentar a la oposición con la destitución al Jefe de Gobierno. De lo contrario, no serían tan obtusos. Tal vez, la única manera de retornar con fuerza para 2015 incluya una precipitosa salida de la escena política capitalina. Un absurdo, pero los miembros del club PRO parecen ser así: nulos para la política pero hábiles con los golpes de efecto.
La multitudinaria movilización en repudio a la feroz represión y las diferentes denuncias realizadas ante la Justicia prometen que nada ha sido en vano. Pero también deja abierta la puerta para un oportuno contrafáctico: si la causa por las escuchas ilegales se hubiera resuelto de manera más ágil, habría funcionado como una advertencia. Porque de eso se viene hablando en estos días. Macri actúa con impunidad porque la impunidad lo precede. Y esto no sólo tiene que ver con el blindaje mediático del que goza, sino con una protección que va más allá de los medios.
En la reconstrucción de los hechos encarada por los auditores se aprecia una serie de irregularidades que llama la atención. Primero, la premura con que se ordenó demoler el Taller 19, protegido por orden de la Justicia y ubicado dentro del perímetro del hospital. Segundo, que no se haya notificado a las autoridades del Borda sobre la fecha y hora de la demolición, que sorprendió a todos. Tercero, que los operarios hayan llegado acompañados por los grupos de infantería DOEM (División de Operaciones Especiales de la Metropolitana) a las 5:30 de la mañana. Cuarto, que las cámaras policiales hayan arribado mucho después de iniciados los incidentes. Quinto, que la orden “Disperse” emanada por el comisario Horacio Giménez y su segundo, Ricardo Pedace no se modificó durante toda la jornada a pesar del furibundo accionar de las fieras uniformadas. Algunos integrantes de la fuerza aseguraron que "todo empezó con una resistencia mínima que terminó siendo una locura". Y claro, si los primeros que se acercaron al lugar eran apenas un puñado de enfermeros, empleados y pacientes para proteger las herramientas y los trabajos que estaban en el taller. Pero no pudieron rescatar nada porque la orden era arrasar con todo.
Sin embargo, el Jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta aseguró que no hay ninguna razón para que el ministro Montenegro renuncie y justificó el accionar de la Policía Metropolitana. Lo que no pudo explicar es por qué actuaron como usurpadores del espacio público si todo era tan legal como declaman. Entonces, mencionó uno de los ejes del conflicto: para el Ejecutivo porteño, el terreno que arrasaron es lindero al hospital; para los legisladores, trabajadores y directivos del hospital, el terreno pertenece al Borda. El ministerio de Salud traspasó una fracción a Desarrollo Urbano, pero la Legislatura todavía no lo ha ratificado. También argumentan con el consenso logrado en la Legislatura para la construcción de un nuevo Centro Cívico en el sur de la ciudad para desarrollar la zona. Pero ese consenso no explicita en qué terreno se concretará semejante proyecto. La prepotencia y la premura con que invadieron la zona todavía no ha sido explicada por los exponentes del oficialismo porteño. Y eso es lo que más sorprende.
Por su parte, el ex juez federal Guillermo Montenegro –que esperaba el procedimiento para esta semana- defendió la actuación de las fuerzas de choque y argumentó que “hubo una agresión indiscriminada hacia el orden”. Lo que no admiten, por supuesto, es que la llegada de los obreros demoledores con semejante despliegue policial en horas de la madrugada es el primer acto de violencia cometido por el Estado porteño. Pero lo extraordinario es que culpó a los trabajadores de prensa que recibieron los disparos porque “se ubicaron por delante de donde se producían los incidentes”. Claro, la culpa no es del que dispara, sino del blanco. Y, como síntesis del programa de gobierno que plantean a futuro, el funcionario agregó: "los periodistas no están acostumbrados a que la Policía actúe". Promesa, advertencia o amenaza para guardar en la memoria.
En la concepción del orden que tienen los amarillos, el delincuente no es el que delinque, sino el que no obedece a los antojos del empresario devenido en político y con aspiraciones a monarca. Desde las filas gubernamentales, prometen que investigarán “a las personas que actuaron contra la Metropolitana” y también, “si hubo un exceso por parte del personal policial”. Pero de ninguna manera cuestionan el proceder poco político con que se encaró este tema. De lo contrario, no hubiera sido necesario llevar personal policial para demoler el taller. Ante el rechazo previsto, en lugar de conversar, negociar, dialogar –como siempre pregonan- tomaron el predio por la fuerza.
En estos días uno ha escuchado suficientes argumentos PRO para llegar a la conclusión de que no los tienen. O son demasiado espeluznantes para lucir. Una amable máscara que oculta intenciones abominables. El lavado discurso desideologizado es lo más peligroso que prometen. Y no hace falta demasiada inteligencia para detectar esa lógica. Los miembros de ese club son portadores de un sentido común que entorpece el entendimiento. Demian Martínez Noya, el militante PRO que fue agredido durante el último cacerolazo, explicó en 678 que esta fuerza política incluye a cualquier ideología, tanto de izquierda como de derecha. Y el joven estudiante de abogacía resaltó esto como un valor y no como una confusión filosófica. Si es verdad que conviven izquierdas y derechas, mucho no se nota. O tal vez se acepte alguna izquierda arrepentida o mutante. De cualquier modo, lo que domina es la derecha más retrógrada y destructiva en las huestes amarillas. Eso sí: disfrazada de las más puras intenciones con pizcas de generalidades indigeribles. Y con las más encantadoras tonadas que pueden escucharse en distintos puntos del país. Ojo: la tonada es encantadora, lo que dicen no. Si este texto comenzó como un cuento de hadas, el final incluye ogros, brujas malvadas y duendes perversos.

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