martes, 24 de mayo de 2016

Los nubarrones del 25



A pocos meses de haber ganado las elecciones, el empresidente Macri celebra el 25 de mayo lejos de los actos públicos. Claro, la alegría amarilla no incluye ninguna patria y, en verdad, es para unos pocos. Si algunos conciudadanos guardan alguna esperanza es por sobredosis de mensajes mediáticos que difunden un optimismo infundado. Hasta los más consustanciados saben que vamos a una crisis fabricada por las medidas del Gran Equipo. Mientras la agencia oficial Telam se explaya sobre la utilidad de las cuentas off shore, la estrellas que militaron por el cambio apenas esbozan algunas críticas ineludibles. El descomunal incremento de las tarifas y la amenaza de la desocupación se ubican entre las principales preocupaciones en este nuevo aniversario de la Revolución de Mayo como hacía mucho tiempo que no veíamos. Pero no hay medidas sueltas: quienes piensen que se podrían haber evitado los pasos más antipáticos no alcanzan a comprender que estamos presenciando la implementación de un modelo en donde cada pieza es esencial para lograr el objetivo de enriquecer a los que más tienen. La profundización de la desigualdad no es una consecuencia, sino el camino obligatorio.
Los que pontifican desde siempre sobre el verso de la pluralidad de voces convierten en apologistas a los periodistas que pagamos entre todos. Los que prometían no hacer propaganda oficialista en los medios del Estado transforman a sus trabajadores en pregones del ideario PRO. Además de soslayar las flagrantes mentiras de Macri y sus secuaces en torno a los Panamá Papers, los escribas de la agencia oficial de noticias Telam ponderan las bondades de tener cuentas en paraísos fiscales. Además de más fácil, resulta más económico inaugurar un negocio evasor. “En cambio, en la Argentina, registrar una sociedad puede demandar mucho tiempo y mayores costos, que quizá no haga redituable el negocio”, explica el texto del martes 24. Y, para hacer más obvia la instauración del discurso único, destaca que el nuestro “es un país considerado ‘poco amistoso’ en relación al pago de impuestos para individuos y para armar negocios”.
El final de la nota titulada “Costos de empresas y de sucesiones, argumentos para abrir una offshore” no podía evitar la mirada del imperio. En el índice Doing Business del Banco Mundial, Argentina se encuentra entre los últimos lugares de los países amigables, de acuerdo al peso de las cargas fiscales. Y eso lo presentan como una debilidad y no como una fortaleza. Desde las propaladoras del establishment han convertido la cotidianeidad tributaria en un suplicio infernal y la avaricia de unos pocos en la causa de muchos. Con miles de argucias con formato periodístico, equiparan la fuga de millones a paraísos fiscales con las molestias de pagar impuestos en la ventanilla de un banco un par de décadas atrás. Los impuestos que pagamos todos no incluyen a los especuladores que nos están enredando una vez más en las cadenas de la deuda externa.
Y el discurso oficial justifica estas tramoyas porque los miembros del Gobierno forman parte de ese selecto grupo. Cuando gobierna una minoría que se pretende patricia, la Patria corre peligro. Más aún cuando quienes no gozan pertenencia explican sus cimbronazos con los argumentos de los patrones: a más sufrimientos en el presente, mayores compensaciones en algún momento del futuro. Ajustarse el cinturón, pasar el invierno, el sacrificio patriótico fueron las frases que adornaron los brutales ajustes de nuestra historia. Hoy se han transformado en el sinceramiento o la pesada herencia, pero conservan el mismo trasfondo burlón.
El paraíso del segundo semestre se fuga hacia horizontes caribeños, mientras el Observatorio de la Deuda Social de la UCA advierte que “poner demasiadas expectativas en el efecto derrame como estrategia de reducción de la pobreza es riesgoso”. Una manera elegante de decir que avanzamos hacia una catástrofe de desigualdad. Ya lo hemos comprobado muchas veces: el modelo del derrame no sólo es riesgoso sino contraproducente. De una vez por todas debemos comprender que en este planeta todo crece de abajo hacia arriba y no a la inversa. Llenar las grandes copas que se ubican en la punta de la pirámide social no produce un derrame hacia los vasitos que están en la base. Mientras el Estado destina más recursos para satisfacer las demandas de esas pocas bocas angurrientas, más crecen los contenedores y cuando nos descuidamos no estamos más ante copas, sino ante toneles inmensos con un fondo inalcanzable.
 El capital no es generoso y siempre exige tener rienda suelta para desplegar su impúdico egoísmo que disfrazan como Libertad. Mientras más libres son los poderosos, más oprimidos vivirán los pueblos. ¿Será por eso que este año tendremos un 25 de mayo casi privatizado?

2 comentarios:

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