viernes, 14 de diciembre de 2012

Vendas amañadas y balanzas imprecisas


Durante último mes del año, la Justicia tomó un protagonismo inusitado. O mejor, su administración. Tanto la cautelar del 6 de diciembre que favoreció –una vez más- al Grupo Clarín como el fallo del Tribunal Tucumano en la causa Marita Verón, piden a gritos una profunda reforma institucional que incluya a sus principales actores. Ambos hechos significaron una profunda decepción en amplios sectores de la sociedad; ambas indican que muchos jueces no han comprendido que el país se ha transformado y que no es el mismo que cuando fueron nombrados. Ya pasaron 29 años desde el retorno a la democracia, pero el Poder Judicial es el que menos se ha modificado. Casi sigue igual que en los tiempos oscuros. Después del fallo de impunidad ocurrido el martes en El jardín de la República, hubo manifestaciones de rechazo en distintos puntos del país. En casos como éste, afloran los oportunistas. Los que apedrearon la Casa de la provincia de Tucumán en la CABA con el solo objetivo de contaminar el ambiente, son unos. La diputada Victoria Donda, acusada por el periodista Eduardo Feinman de arrojar piedras, es  otra, pues aprovechó el malsano incidente para pegarle al Gobierno Nacional. ¿Qué brújula le habrá sugerido a la legisladora que el lanza-cascotes mediático de ultraderecha actúa a favor del kirchnerismo? Si hasta el más conservador decimonónico se espantaría al escucharlo. Más allá de esto, la Justicia está en el ojo de la tormenta. Lo que vendrá: un revoleo de multicolores propuestas para modificar ese poder estatal que hasta ahora parecía intocable.
El fallo por la causa Marita Verón parece un mensaje dirigido directamente a La Presidenta, quien el domingo le había entregado a Susana Trimarco el premio Azucena Villafor por su lucha contra la trata de personas. Y también por lo que dijo en su discurso: “la gente está cansada; por eso necesitamos una Justicia que sirva al pueblo, que sea menos corporativa”. El día posterior al fallo del tribunal tucumano, CFK se mostró sorprendida. “Vamos a tener que poner en marcha –afirmó- creo que la sociedad lo reclama y creo que todos deberán entenderlo, una democratización del Poder Judicial, porque es en definitiva el poder que decide sobre cosas, es el último eslabón en la decisión”.
"María de los Ángeles desapareció, pero no sabemos cómo ni qué le pasó –afirmó Alberto Piedrabuena, el presidente del juzgado que absolvió a los 13 imputados-  No hay forma de determinarlo”. Diez años de investigación, diez meses de debate oral, 150 testigos y los descomunales prontuarios no fueron suficientes para esclarecer los hechos y meter entre rejas a los más que sospechosos acusados. Los Ale nacieron en un puesto del mercado de abasto y se hicieron poderosos a fuerza de prepotencia. De ahí, extendieron sus zarpas a la barra brava de San Martín de Tucumán. Y después, La Chancha, uno de los integrantes de la familia, culminó como presidente del club. Junto a su mujer, abrió la remisería Cinco Estrellas con 400 coches 0 Km que, en poco tiempo se reprodujeron hasta 1200, número excesivo para una ciudad de 550000 habitantes. Cuando asume José Alperovich como gobernador, en 2003, se prohíbe la circulación de remises, lo que termina con el negocio legal de los Ale pero les abre la puerta de los negocios clandestinos. Robo de tierras, agresiones y relación con muchos prostíbulos de Tucumán. Y la casi certeza de que han sido autores de muchos homicidios. A pesar de todo esto, están libres.
“Creo que hay una gran demanda de democratización en la sociedad –afirmó CFK en Pilar- como dije el otro día. Cuando yo afirmé que los jueces dejan entrar y salir a narcotraficantes, a gente que viola o mata, no le gustó a algunas organizaciones y me lo reprocharon, pero nunca pensé que eso podría pasar en este juicio con tal nivel de conocimiento público”. Claro, una cosa es un delincuente ocasional –no menos peligroso ni punible- cuya historia se enreda con la exclusión y otra una banda organizada para el delito que mueve fortunas, con el visto bueno de quienes deberían impedir esas actividades. Dicho esto para no mezclar las cosas ni para que nadie señale contradicciones inexistentes. “No tengo pruebas –confesó La Presidenta- pero no tengo dudas de que cuando hay dinero de por medio puede estar el mundo tocando trompetas que no les importa nada”. En una clara alusión a los beneficios económicos que puede haber significado el fallo para los letrados.
 “Ya tenía información de que La Chancha Ale ha sacado los dólares debajo del colchón y les puso a ellos” –señaló Susana Trimarco- “No puede ser esto. Es una vergüenza, es una estafa. Estafaron a todas las pobres víctimas que se sentaron a decir lo que les hicieron”. Muchas sospechas que flotarán durante algún tiempo en la agenda informativa hasta que se confirmen. Si la Justicia actúa con celeridad. Si el Poder Político se decide a actuar y no se queda sólo en las simples y floridas palabras. Y esto involucra a todos. O casi, porque algunos estarán más que satisfechos por tener algunos jueces en el armario dispuestos a blanquear los chanchullos. ¿Qué otro poder del Estado –preguntó Cristina- díganme qué otro poder del Estado o inclusive desde el mundo privado, qué poder dentro de la sociedad tiene un cargo asegurado para toda la vida y si hay que juzgarlo lo juzgan únicamente los pares y los abogados que son los que dependen de él?”.
El nuevo desafío está en marcha: nuestro próximo escalón es democratizar la administración de justicia. La consigna parece fácil de comprender, así a simple vista. Sin embargo, ni tanto ni tan poco. Por supuesto que nadie propondrá que los jueces comiencen a usar togas, martillos y cenicientas pelucas con bucles para parecer más magistrales. Divertido, pero camino equivocado. Porque democratizar puede significar muchas cosas, desde someter a los jueces a elecciones libres hasta la conformación de jurados populares, que no deben ser considerados como brigadas linchadoras. O reeducar a los magistrados en los principios de los nuevos tiempos que estamos transitando. O jubilar de un plumazo a todos los jueces que fueron nombrados durante la dictadura y siguen actuando como si nada hubiese cambiado. O comprender que la justicia deja de serlo cuando se demora. O todo junto.
Sin dudas, resulta difícil afrontar la transformación del sistema judicial si algunos desconcertados a voluntad todavía claman por la reconciliación o analizan la historia desde el modelo de los dos demonios. O como Margarita Stolbizer, que con tal de obtener unos centímetros de fama, se aferra con uñas y dientes a las faldas del Grupo Clarín. Y eso no es nada: pone bajo sospecha el testimonio de una víctima del terrorismo de Estado, al denunciar que Lidia Papaleo y Gobierno Nacional “acordaron para que su testimonio sea el sostén de toda la operación” en la causa sobre la apropiación de Papel Prensa. Y fundamenta sus dichos con un absurdo. "Creo que, con Lidia Papaleo, había un acuerdo del Gobierno previo para que el testimonio fuera el sostén y el fundamento de toda su operación, por lo tanto no me parece extraño que Lidia Papaleo haya salido en defensa del argumento oficialista". Pero, por supuesto, lúcida legisladora, que el testimonio de la viuda de Graiver es el punto de partida: si es la víctima del mafioso latrocinio, junto a los integrantes de la empresa fundada por su marido. En lugar de reclamar el avance de la causa para conocer la verdad, la líder del GEN enturbia el ambiente con insostenibles denuncias.
Aunque demoramos demasiado en encontrar el camino de la Justicia, Argentina se ha convertido en un ejemplo en la lucha por condenar a los genocidas, gestores de nuestro peor pasado. Ahora estamos avanzando hacia los cómplices civiles, verdaderos ideólogos y beneficiarios de la dictadura. Y eso es lo que quieren frenar. Como Clarín está tan debilitado para seguir brindando protección a las grandes corporaciones económicas, ahora deberán apelar a los guerreros del Poder Judicial para reforzar los muros defensivos. Por eso es oportuno comenzar a pensar en una nueva institución que administre justicia, con más herramientas, controles y sanciones; con un recambio periódico; con una interacción más fluida con la sociedad. Y para eso habrá que discutir todo lo que haya que discutir y cambiar lo que sea necesario cambiar. Hasta la Constitución, si en algún momento resulta un obstáculo, por más autógrafos que recopilen los que se resisten a comprender.

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