viernes, 30 de diciembre de 2011

Un final con facha de principio

Este año que se termina será por mucho tiempo memorable. Uno tiene la sensación de que ha sido muy largo pero duró lo mismo que los otros y un día menos que el que viene. Lo que sí, fue intenso. Y cambiante. Hubo de todo. Lo más destacable lo constituyen las operaciones mediáticas y políticas para intentar conquistar un poroto para las elecciones presidenciales. Eso sí: el 23 de octubre aparece como una divisoria de aguas, como un hito en el año que acomoda lo anterior y lo posterior a esa fecha. En efecto, ese domingo debe convertirse en el eje a partir del que se puede pensar este año. Ese día permite acomodar todas las piezas de este fascinante rompecabezas, aunque muchas cabezas quedaron afuera. Bien afuera. Casi en la resistencia al régimen. Un año cargado de emociones de todo tipo y que corona un período inusual en la historia reciente de nuestro país. Y a la vez da comienzo a otro período, aunque más de consolidación, convicción y comprensión. Este 2011 no ha sido cualquier año para los argentinos y merece un serio reconocimiento por ello. Desde este modesto espacio, vamos a hacer una caprichosa recorrida por los hechos más importantes para demostrar que este año debe ser conmemorado en el futuro como El Año.
Este ha sido el primer año sin Néstor Kirchner. Pero a la vez, su presencia se ha hecho más fuerte. Ahora es mucho más de todos que antes. Además, como no tiene posibilidad de cometer errores, todos son aciertos. Y lo son, por supuesto. Porque sin él, que se animó a comenzar todo esto, no estaríamos hablando tanto de este año. Y estuvo presente, sobre todo, en La Presidenta. En cada gesto, en cada palabra, en cada concepto. Piensan los dos y por eso son tan buenas las ideas; actúan los dos y de ahí que la gestión sea tan transformadora; hablan los dos y el discurso es potente, cargado de historia y de futuro. Pero también Néstor Kirchner se ha multiplicado. Hay uno por cada agrupación que lo toma como bandera, por cada militante que estudia sus palabras, por cada argentino agradecido. Cada uno tiene su Kirchner personal y está bien que así sea, porque es de todos. Eso lo convierte en una guía indiscutible para continuar con el camino emprendido.
Ante un año electoral tan crucial, los políticos opositores se mostraron desesperados. Imposibilitados de presentar un programa alternativo de gobierno –un poco por falencias intelectuales y otro poco por pudor ideológico- recurrieron a un menú de operetas, simulaciones y mentiras servidas en bandeja de plata por los periodistas independientes de la prensa hegemónica. El jefe político de la oposición no era ninguno de los exponentes de los principales partidos, sino el CEO de Clarín, quien desde las sombras daba letra a los invitados permanentes –casi columnistas- en los programas de la cadena TN. Poco a poco quedaron enredados en la ficción y no supieron cómo confrontar con las transformaciones que se han producido en nuestro país en los últimos ocho años. Danzas y alianzas, en un casting reciclable y un festival de encuestas que conducían a un resultado cada vez más desalentador… Para ellos. Cualquier cosa venía bien con tal de socavar la relación entre La Presidenta y su pueblo. Hasta llegaron a ensuciar a Las Madres abrazándose a las denuncias del siniestro Schoklender. En el colmo de la desesperación y en los límites de la decencia llegaron a utilizar el secuestro y el asesinato de una nena de once años como mazazo al Gobierno Nacional. Nada le faltó a la campaña, pero nada les bastó.
Ni los spot televisivos, elaborados por publicistas escasamente creativos, pudieron engañar demasiado. Trataron de mostrarlos enérgicos, decididos, desafiantes, prometedores, mesiánicos, transparentes, reflexivos, pero no había tanto talento para eso. Ante La fuerza de un país todo parece insignificante, hueco, falso. Con las historias reales que desde la base construían un colectivo social poderoso y festivo, Cristina conmovió, emocionó y conquistó.
Pero no en todos lados convenció. En algunos recovecos del país hubo retrocesos alarmantes. El principal es el triunfo del PRO en la CABA, con globos amarillos y bailecitos simiescos. Y una vergonzante casi victoria en la provincia de Santa Fe, con un MIDACHI que creía ser gobernador y pretendía encarnar un personaje. Por suerte no. Renovó el socialismo por penales, voto a voto. Mientras todo esto ocurría, Rosario, la cuna de la bandera y también la de este ignoto profesor de provincias, se reafirmaba socialista con la victoria de la primera intendenta, Mónica Fein. Incomprensible pero real es el casi pacto de sangre que tiene esta ciudad con el socialismo que, si bien ha hecho una decoración efectiva, no ha transformado sustancialmente la realidad de los barrios periféricos. Una de las primeras decisiones de la nueva mandataria local fue vetar la ordenanza que intentaba incorporar a los cuida coches como trabajadores formales. Macri hace escuela en Rosario.
En otros puntos del país hubo renovación de autoridades en distintos momentos del año y los resultados esbozaban el panorama de lo que serían las elecciones primarias y después las generales. El fenómeno K parecía crecer poco a poco, provincia a provincia. Pero recién el 14 de agosto se recuperó cierta calma. Con los números superando el 50 por ciento no existía ya la posibilidad de que CFK no renueve su mandato.
También fue un año sin presupuesto. En un intento de alterar la gobernabilidad, el grupo A, que era el amasijo opositor que boicoteaba el proyecto en curso, negó por primera vez en la historia institucional argentina el presupuesto anual a un presidente. Eso y las falsas denuncias por intento de soborno tampoco bastaron. Y entonces, se jugaron el todo por el todo. En una muestra de irresponsabilidad, cinismo y maldad, aprobaron una ley que instauraba el 82 por ciento móvil para las jubilaciones. Medida que no está mal si uno lo ve desde las jubilaciones mínimas, desde la figura del desvalido jubilado que utilizaban para apoyar la maniobra. Pero en realidad, esa disposición favorecía a quienes cobran las jubilaciones más elevadas, lo que iba a terminar desfinanciando la caja de jubilaciones. Vaya paradoja: los que congelaron los haberes en los noventa y los que descontaron el 13 por ciento a principios de este siglo, eran los que se conmovían frente a las cámaras cuestionando el inevitable veto presidencial. Con esa ley obligaron a La Presidenta a tomar una medida que parecía estar en contra de los que decía defender. Pero los verdaderos jubilados saben lo que se ha hecho en estos años por ellos. En eso también fracasaron los opositores.
Aunque parezca mentira, después de las elecciones del 23 de octubre y de la derrota compartida no comprendieron, simulan no haberlo hecho o no tienen posibilidades de hacerlo. Casi todos continúan en la misma senda de la no-política, negando transformaciones y agitando fantasmas. Y trepando a cualquier carro. Hasta Moyano sirve como artillería cuando fracasan los titulares contra Aerolíneas y los militantes de La Cámpora. A su manera celebran también el carcinoma que detectaron en la tiroides de Cristina. Los extensos informes y pronósticos médicos constituyen una forma encubierta de tirar papelitos.
Indudablemente, este año ha sido un Gran Año. Como reafirmación de un ciclo y compromiso con un proyecto. Y este año es tan largo que comienza el 25 de mayo de 2003, cuando un Kirchner recién estrenado decía: “formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias; me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada”. Y culmina con otro compromiso emotivo, potente, expresado en Plaza de Mayo el 23 de octubre, con una Presidenta que asume no ser neutral y que está del lado de los que menos tienen. Por eso es que ahora, cuando habla Cristina parece que hablan los dos, porque es la continuidad de un discurso que se sostiene desde hace ocho años con una imparable potencia transformadora.

2 comentarios:

  1. Y cuando comencemos este año todos, cada uno a su manera, debemos pedir por la salud de nuestra adorada Cristina, porque el pueblo la nacesita.
    ¡No la llames, Nestor, todavía!.
    PD: Muy bueno lo de Rosario y Santa Fe. Hay que hablar mucho de eso.

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  2. No pasa nada. Es una operación más simple que una extracción de muelas.

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