sábado, 9 de julio de 2011

Paranoia, fatalismo y Del Sel y la nada

Observador de las cosas que como autor de estos apuntes debo ser, trato de que no se me escape detalle cuando recorro las calles de mi ciudad. También escucho los relatos que familiares y amigos me hacen de lugares apartados de mi centro de operaciones. Para completar, leo diarios y veo los informativos locales y nacionales. No por esto voy a decir que accedo a la totalidad del mundo que uno puede conocer. Al contrario, más allá de mi extrema atención y la cantidad de fuentes de información, mi percepción es sobre una realidad limitada, como la de todo sujeto ligado a su espacio y a su tiempo. Esto quiere decir que me pierdo muchas cosas, como todos los seres humanos de cualquier parte del mundo.
A pesar de estas limitaciones, propias de la naturaleza humana, uno puede apreciar el pulso de los aconteceres en las cosas cotidianas; se advierte el clima que se vive en la calle, en los negocios, en las conversaciones, en los rostros. Sin ir más lejos, el jueves llevé al cine a mi sobrina menor, paseamos por las peatonales y entre las personas que se nos cruzaban -multitudes por las vacaciones- había un clima festivo, alegre, tranquilo. Es posible que al mismo tiempo, en otros lugares, ocurrieran cosas terribles, como asaltos, robos, asesinatos, explosiones, guerras, huracanes, terremotos, trombas marinas y ataques de tiburones a bañistas despreocupados. Pero todas esas cosas pasan todo el tiempo y llenan las páginas de los diarios. Más me alarmaría la tapa de un diario que anunciara con grandes letras “Tío y sobrina pasan una tranquila tarde en el centro de la ciudad”  y en las páginas interiores aparezcan amables relatos similares. No. Los diarios y los informativos se dedican a difundir malas noticias y en cierta forma nos hacen sentir a salvo. Aunque no siempre.
El viernes, la carta de un lector del diario –es un decir- La Capital traslucía el temor agónico de quien está rodeado de ratas famélicas. El texto se titula “La sociedad desciende a la D” y lo firma una tal Adriana. Relaciona el descenso de River con la decadencia moral, humana, política y económica que –según sus dichos- vive nuestro país, con mucha imaginación y también, paranoia. Perdón, dije “nuestro país” y debería haber dicho “su país”. Porque si bien no estamos en el país de las maravillas, el territorio de las pesadillas que incluye Adriana en su relato está muy lejos de ser la realidad de un país que está comenzando a recuperarse.
Al mediodía, en uno de los noticieros locales, informaban sobre el corte de energía eléctrica en una cuadra poblada de edificios. Los vecinos se quejaban, con justo motivo, pues tenían que subir y bajar escaleras y sobre todo gente mayor que no puede hacer tamaño esfuerzo. Pero un señor lanzó la frase mágica que hace que un escalofrío recorra mi espalda: “este país no da para más”. Oración fatalista –si las hay- que no significa nada y a la vez significa mucho. Porque uno la escucha a menudo ante los accidentes más cotidianos e insignificantes. En su momento –cuando agregué algunas zonceras al libro de Aníbal Fernández, sin que haya enviado acuse de recibo, por supuesto- analicé esta idea que circula por algunos conciudadanos. Si nuestro país –no “este” que suena como si no nos perteneciera- no da para más, no nos queda otra cosa más que el suicidio colectivo, porque no hay nada ya que lo mejore. El único camino es esperar su muerte definitiva. Además, cada vez que circuló esa frase, que se hizo carne en la mayoría de los ciudadanos, caímos más bajo todavía. Afortunadamente, la mayoría de los ciudadanos sabe que nuestro país da para mucho más.
Da para tanto nuestro país, que hasta Miguel del Sel puede jugar a ser candidato a gobernador. Y para tanto más que algunos santafesinos hasta pueden llegar a votarlo, aunque todavía no presentó el libro con sus propuestas que había prometido a mediados de mayo. Es más, para conocer algunas de sus ideas, tuve que recurrir a entrevistas realizadas en diferentes medios, porque ni siquiera en la página oficial del PRO Federal se puede encontrar algo parecido a una propuesta de campaña. El sábado 16 de  julio lo veremos en el debate con los otros dos candidatos a gobernador y tal vez pueda hacer una convincente imitación de un político.
Para que vayamos pensando, voy a exponer algunas declaraciones que hizo en distintas oportunidades, desde el momento en que anunció su intención de presentarse como candidato a gobernador de la “invencible” provincia de Santa Fe. Apelé al buscador de internet, lo que me brindó entrevistas en distintos medios gráficos, radiales y televisivos.
Como figura mediática más que política, lo primero que hizo al lanzar su candidatura en Santa Fe fue recorrer distintos medios capitalinos… no de la capital santafesina, sino de Capital Federal, porque, según dijo, su estrategia es estar en contacto con “la gente” y así se llega a lo cotidiano familiar. ¿Está clara la paradoja? Además, expresó que su perfil de votante es similar al de Carlos Reutemann, para tranquilizar a los santafesinos que padecieron la peor inundación durante la gobernación del expiloto.
Una de sus expresiones habituales, junto con las críticas a toda la dirigencia política en general, es ser alguien que viene de “afuera”. Venir de afuera singnifica ni más ni menos que no viene del terreno político, sino que se baja del escenario para ser nada menos que gobernador y va a superar a todos los políticos desde lo no-político. Esto quiere decir algo así: como no soy político voy  a ser mejor político que todos los políticos que me antecedieron o todos son malos menos yo que nunca estuve en política.
A pesar de que no promete mucho, ya hay personajes del pasado que lo apuntalan como el futuro gobernador. Uno es el caso de Luciano Miguens. El discurso del candidato hace eje en la producción agropecuaria, uno de sus hobbies cuando no está haciendo otros personajes en escena. Todo indica que va a ser un representante incondicional de ese sector de la economía local y que sus medidas apuntarán a favorecer a la producción primaria, aunque desliza sin convicciones que se interesa por la industria asociada.
Una de las cosas que siempre repite es ser un candidato transparente porque “la gente me ve como buen tipo, porque me fue bárbaro durante treinta años y tengo plata”. Eso en política se llama “honestismo”, cuando la figura del candidato se basa en la honestidad futura y no en sus propuestas políticas. Por último, afirma que la gente ve tanto a él como a su candidato a vice como “gente normal”. ¡Cuánta profundidad hay en los dichos de Del Sel! Tanta que parece que sus promesas nos pueden conducir a un abismo.
Claro. Nadie dice que un actor cómico no pueda dedicarse a la política. Hay numerosos ejemplos como Luis Brandoni, Lidia Satraño, Irma Roy, Nito Artaza que han ligado su vida a la construcción política, pero de a pasos. Ninguno de los personajes dieron un salto tan grande ni tan irrespetuoso como él. Comenzaron en la tarea legislativa y tal vez no salgan de ahí. Otros comienzan como concejales, después diputados provinciales, nacionales… La política es construcción, voluntad, compromiso. Miguel Torres del Sel ha sido construido desde la nada y parece que más que gobernar va a ser gobernado por los sectores a los que él representa. Por lo pronto, parece que crece en las encuestas y su aceptación alcanza el veinte por ciento. ¿Caeremos tan bajo en la “invencible”?

1 comentario:

  1. La verdad es que yo prefiero a "Del Sel" antes que a Rossi, estoy harta que robe.

    Hasta que Rossi me explique como se hace con el sueldo de diputado, después de haber quebrado una empresa y dejado el tendal de proveedores con cheques sin fondo, para comprar una estancia en Colonia Sager de 1000 has al módico precio de $30.000.000, yo no le voto.

    Al socialismo no puedo apoyar por cuestiones morales, en su carta orgánica el socialismo apoya el ABORTO, y mi perfil cristiano no lo puede tolerar; no le voto.

    O sea... No tengo otra opción que votar a "Del Sel", quién sabe... por ahí nos sorprende a todos...

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